Esperanza con algunas gotas de incredulidad
Ocho vascos residentes en Cataluña expresan su opinión sobre el “alto el fuego permanente” anunciado por ETA tras cumplirse dos semanas de su entrada en vigor.
PAU AGUILAR
Esperanza, cautela y desconfianza. Estas son las sensaciones más repetidas en las entrevistas realizadas a ocho vascos que en la actualidad residen en Cataluña. A pesar de que entre ellos predomina un optimismo moderado, este grupo tiene también su sector más incrédulo, o como dicen sus partidarios, más realista. En lo que no existe discrepancia alguna es en afirmar que el alto el fuego permanente anunciado por ETA no tiene ningún tipo de relación con la aprobación del Estatuto de Cataluña, a diferencia de lo que afirma el diario El Mundo.
El más contundente al rechazar esta relación es Jon Arrizagalaga, un activo miembro del movimiento social por el diálogo y el acuerdo en Euskalherria llamado Elkarri que actualmente vive en Sant Cugat. “No se a qué juega El Mundo, pero es terrible. No estoy nada de acuerdo con esa afirmación”. Jon se muestra muy esperanzado con esta nueva situación, piensa que es distinta a todas la anteriores y que hay motivos para la esperanza. “Uno de los grandes factores ha sido el hecho de que ya hace 3 años que no se comete ningún atentado mortal. Esto es algo inédito y una diferencia cualitativa con respecto a treguas anteriores donde, precisamente en vísperas a las treguas, lo que han hecho es poner más muertos sobre la mesa”. También argumenta este optimismo haciendo referencia al lenguaje de los comunicados publicados recientemente por ETA. “Los términos son mucho más medidos y muy distintos a los que han utilizado hasta ahora, hasta el punto que hace pensar que hay una voluntad de entendimiento con sectores que no piensan como ellos, sino todo lo contrario”.
La fe de Jon en que todo llegue a buen puerto es compartida por Nerea Oteiza, estudiante de Ingeniería de Caminos en la UPC. “Estoy convencida que las cosas pueden cambiar si somos capaces de no perder la ilusión”, a lo que añade la siguiente reflexión: “No es cosa de dos semanas, ni se puede pedir que se arregle ya, pero tengo confianza. Todo puede cambiar, podemos lograr la paz”. Ella, al igual que todos los demás entrevistados afirma sentirse muy orgullos de ser vasca, pero cree que es necesario matizar ciertos aspectos. “Yo hablo euskera en mi casa, y con gran parte de mis amigos. Este hecho a veces ha sido malinterpretado, ya que hablar euskera no significa ser de ETA”. Realiza esta afirmación para hacer alusión a un caso que sufrió en Cádiz el verano pasado. “Me preguntaron: ¿Eres vasca?, ¿te puedo hacer una pregunta?...¿eres de ETA? No di crédito a lo que oí”.
Aitor Alonso, estudiante de fisioterapia de la Universidad Autónoma, también se siente orgulloso de haber nacido en Euskadi, hasta el punto de afirmar que se siente únicamente vasco. “Yo no me siento español, sólo me siento vasco, y creo que la mayoría de vascos igual”. Cuando tiene que opinar sobre el alto el fuego de ETA se muestra mucho menos esperanzado que la mayoría de los otros entrevistados, a la vez que afirma que no se esperaba un anuncio así. “Había rumores desde hacía mucho tiempo, pero me parecía algo que nunca se iba a producir. Estoy contento y sorprendido al mismo tiempo. En esto no hay término medio, acabará o muy bien o muy mal. La verdad es que yo no le veo mucho futuro. Puede que la lucha armada termine, pero el tema de la autodeterminación, de la cultura y la tradición vasca no”.
En la misma línea que Aitor encontramos a la voz de la experiencia del grupo: Juan Ramón Barquín. Este hombre de 87 años ha dedicado toda su vida a la política, hasta el punto de llegar a ser alcalde de la localidad vizcaína de Getxo en 1983. Ahora hace ya 13 años que vive en Cataluña y comparte con Aitor un cierto escepticismo ante el alto el fuego de ETA. “Sé que hay buena voluntad tanto por parte de los ofertantes como de los ofertados, pero no sé cuanto durará. Hay demasiados condicionantes en todo esto”. Así pues, vaticina que por desgracia llegará un momento en que “el río se estanque, y entonces ya veremos como se las arreglan”.
Con el testimonio de Saioa Biritxinaga, estudiante de arquitectura, Volvemos al optimismo de los primeros entrevistados. Pero ella, a diferencia de todos los demás, estaría dispuesta a que se pagase un precio político a cambio de conseguir la paz. “sé que no está bien negociar con terroristas, pero si hay que hacerlo se hace. Si lo importante es la paz no tendremos que bajar del burro”. También se muestra partidaria de convocar un referéndum (“La gente tiene derecho a opinar”), y hasta se atreve a decir cual cree que sería el resultado. “No creo que saliese sí a la independencia. Antes la gente sí quería librarse de España, ahora poco a poco este debate se esta calmando. Les da igual”.
Arkaitz Letamendia es el entrevistado que se muestra más esperanzado con el nuevo escenario del País Vasco. “Para mí, y creo que para toda la gente con un poco de cerebro y buena voluntad, la decisión de ETA de acabar con la violencia conlleva optimismo y esperanza”. Arkaitz nació en Getxo, una localidad cercana a Bilbao. Hace cuatro años vino a Barcelona para estudiar la carrera de Sociología, y ahora, una vez licenciado, trabaja en un proyecto de dinamización del barrio del Raval.. Al igual que Saioa, está a favor de que se convoque un referéndum en el País Vasco, pero además, afirma que es el punto clave de la negociación. “Ahora llega la negociación, y la solución, la clave, será que nos dejen decidir al pueblo vasco sobre nuestro futuro, hecho que debería ser la premisa principal para cualquier proceso democrático. Con eso, se arregla el asunto”.
Ibán García es diseñador gráfico. Nació hace 28 años en San Sebastián, y desde hace diez reside en Barcelona por razones de trabajo. A diferencia de Saioa, él cree que no debería pagarse ningún precio político con tal de conseguir la paz y apuesta por el acercamiento de presos como el eje fundamental de la negociación. Así pues, no cree que acercar a los presos a Euskadi sea un hecho político. “¡Claro que no! Cualquier familiar, ya sea etarra o no, tiene derecho en tener a su hijo, hermano, etc... cerca de casa. Pero la gente, ante esta injusticia, no reacciona. Parece que tengan miedo que si llegan los presos todos saltarán los muros y les atacaran”. A Ibán, al contrario que a Aitor, el anuncio de ETA no le pilló por sorpresa. “Por lo que se palpaba y lo que se podía leer entre líneas estos últimos tiempos, era previsible”.
Tampoco fue una noticia inesperada para Miguel Ángel Lotina,
entrenador de fútbol que en la actualidad dirige al RCD Espanyol de Barcelona. “Digamos que no me sorprendió. No es que lo esperase, pero cuando lo vi anunciado no supuso una gran sorpresa”. Cuando se enteró, se encontraba precisamente en el País Vasco, concretamente en un Hotel de Bilbao, a no muchos kilómetros de su localidad natal: Meñaka. Este pequeño pueblo vizcaíno ha estado tradicionalmente muy comprometido con el nacionalismo vasco. Allí, la noticia fue recibida con alegría, como en la mayoría de Euskadi. “Por lo que dicen la familia y los amigos, la gente mantiene bastante esperanza en una solución. Imagino que al igual que en otros sitios, todos quieren la paz y tranquilidad para Euskadi”.